jueves, 3 de diciembre de 2009

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Inundaciones


Las inundaciones se producen cuando, al no poder absorber el suelo y la vegetación toda el agua, ésta fluye sin que los ríos sean capaces de canalizarla.


Las inundaciones no sólo dañan la propiedad y amenazan la vida de seres humanos y animales, también tienen otros efectos como la erosión del suelo y la sedimentación excesiva.

Además, la deforestación que sufren las montañas del cauce superior, incrementa el caudal del río y, por tanto, la altura que alcanzan las aguas durante las inundaciones. De hecho, las inundaciones del Huang He han sido tan frecuentes y devastadoras que el río se denomina con frecuencia ‘el dolor de China’. La inundación más reciente, y probablemente la más grave de la historia, fue la ocurrida en 1931: entre los meses de julio a noviembre, unos 88.060 km2 se cubrieron de agua y 20.720 km2 se inundaron en algunas zonas. Unos 80 millones de personas se quedaron sin hogar y un millón falleció a causa del desbordamiento y de la hambruna y epidemias que trajo consigo la catástrofe.

Las zonas costeras se inundan a veces durante la pleamar a causa de mareas inusualmente altas motivadas por fuertes vientos en la superficie oceánica, o por maremotos debidos a terremotos submarinos.

Un sistema de presas cerca de las fuentes del Mississippi y un conjunto de embalses construidos a lo largo del río y de sus afluentes, con el objeto de prevenir el riesgo de inundaciones, ayudan a mantener un nivel de agua más o menos regular.

Desde su confluencia con el Missouri hasta el golfo de México, el cauce del Mississippi serpentea a través de enormes extensiones aluviales, con una anchura que oscila entre 64 y 112,99 kilómetros. Estas tierras, a pesar de ser muy fértiles, no se cultivan en su totalidad debido a las inundaciones. El hielo y la nieve que se derriten en su curso alto hacen crecer el caudal entre los meses de marzo a junio. En la actualidad existen diques y bancales que encierran el cauce a lo largo de 2.575 Km., muchos de los cuales fueron construidos tras la inundación de 1927 —la más grave registrada hasta entonces, en la que el río alcanzó en Cairo, Illinois, una altura de 17,2 m—.

Las cuencas de muchos ríos se inundan periódicamente de manera natural, formando lo que se conoce como llanura de inundación. Las inundaciones fluviales son por lo general consecuencia de una lluvia intensa, a la que en ocasiones se suma la nieve del deshielo, con lo que los ríos se desbordan. Se dan también inundaciones relámpago en las que el nivel del agua sube y baja con rapidez. Suelen obedecer a una lluvia torrencial sobre un área relativamente pequeña; son una consecuencia de lo que se denomina gota fría.

A menudo quedan destruidas las zonas de desove de los peces y otros habitas de la vida silvestre. Numerosos embalses ven reducida su vida útil al verse colmatados en un tiempo rápido por la gran cantidad de sedimentos que aportan las crecidas de los ríos que vierten a éstos. Las corrientes muy rápidas ocasionan daños mayores, mientras que las crecidas prolongadas de las aguas obstaculizan el flujo, dificultan el drenaje e impiden el empleo productivo de los terrenos. Se ven afectados con frecuencia los estribos de los puentes, los peraltes de las vías, las canalizaciones y otras estructuras, así como la navegación y el abastecimiento de energía hidroeléctrica.